La orilla se hizo perro

custodia derivas
derroteros.

Cosida al olvido que recuerda

vuelve

La palabra puede con la soga.

A la sombra de esas manos

una piedra ígnea

Era la luna que buscaba 
su hilo.

Ya sorteé la tristeza

ya fui su imagen

hoy soy su semejanza.

Y las bestias preguntaron

quién las soñó

en qué amarillo perdieron

la piedad.

No mates a tu perro

no le extirpes el corazón

a tu silencio

no enciendas la mueca

no te extingas

no te sientes al piano

de Dios

no pronuncies mi  nombre.

La tristeza matemática es jazz

y le arranca el candado a la flor.

El animal que domestico afila sus

uñas de papel

se entrega al bosque, no a los espejos

sabe que rezo pero perdura en mi carne

como una llamada.

Cambiar el destino de la soga

o el hemisferio

o el mástil

que no se desvista la muerte

en los mismos tobillos

siempre.

Canta un blues y hace garganta el aire

Llegamos al otro paraíso.

Aquí hombres y mujeres desvisten la lluvia.

Animal de tierra

su nata y sus bellezas

son ofrendas ocultas

la puerta de otra era.

Lo que avanza pesa en el centro
y el mundo cae a sus costados.