Textos desde 2007 a la actualidad.

Brevedades. Que los Trazos sean flechas
como las que arroja el Inconsciente cuando
nos deja arrojados.
..........

Y el infinito Trazo se sigue escribiendo.
Escrituras sin publicar.

29 septiembre, 2019


Todo pasa, heroico y definitivo
calma la mía,
dejo echada la sombra, alta
y circular,
todas las cartas son musgo, perros
de invierno.
Los cincuenta días del asombro son
ahora borde, maullidos, veranos
descartados.
Ese nadie común y el deseo metido
en un despacho, una guerra entre
asuntos alusivos. La corona es una
ciudad sin orden de llegada.

27 septiembre, 2019


Atrás, atrás  atrás y
más atrás,
en las entrañas marcadas,
en el lugar del azar
y del amor.

Las Virginias somos así, nos recitamos el nombre como un mantra. Hay algo de sagrado y de profano, de animal sin lumbre y de bestia iluminada en el nombre y el destino. El hilo de las íes, las pulseras de mar en los tobillos, los pequeños lugares, la Letra, el hospedaje del sol, un balanceo entre los cuartos de la luna, su zona oscura.
Tanta vocación adolescente con nada se redime.


Abre, provoca allí, en la textura
en la fuente,
le relata la luz
ahueca el agua,
le narra el costado quieto del amor
y la espera.

Su mundo de sal caía sin llave,
sin lluvia,
caía en sus minucias, en la cuenta
de hojas,
en sus podríamos.
Un destino de relojes imposibles
y allá los pronombres y
las caricias...
allá.

Todo lo rozado queda perdido mientras
el jardín pare noches
y abrazos.

Desbordar tinta y mirarse las yemas,
no alcanza,
tampoco descalzarse y acudir,
hay un juego de cara al hambre
un mar sin sol que reclama
pájaros sin días derramados.

El farol de la calle herida
necesita tempestades y raíces
Así están los pájaros.

22 septiembre, 2019


En esta tierra demasiado,
hay un libro  que se escribe
y se inscribe solo,
en ausencia de sí y de
su escriba.

Un día como un junco,
un día de aguas
un día arrojado a la Palabra.
Somos de barro y arrojados
somos una prisa olvidada en
la pared,
un llamado de Dios en la
ciudad abandonada.

Ella arroja su gesto, tanta
orilla de sombras y algunas nueces,
el cuerpo entre columpios
el eterno límite.
Algo queda de febrero en
esos espejos.
En ninguna Ciudad me llamaré Lucía
aunque lleve mis puños traducidos
y este mapa sin dientes
ni gramática.
Tengo un fresco de Palabras, centellean,
en bastardillas las recito.
No soy llave, ni hoja, no soy leve,
soy el tono menor, el acto mágico,
la oscuridad y la belleza
Soy el hilo de Ariadna y también
el laberinto,
Unto de higos mis dedos, mis puños
y mi lengua
cada día
cada atardecer sin luna
 


En ninguna Ciudad me llamaré Lucía.

La Palabra se mira, trata de nombrarse
y es roca,
hace su ausencia en ese continente.

La Letra juega en el barro y la carencia,
no es costura de almas bellas
quien  busca esa salvación, se condena.

Algo se escribe entre la traición
y el sosiego cuando llega
noviembre.

Talla el rincón de oro para guardar
ese alfabeto.
las Palabras harán su oro negro,
su poniente.

La primera traición fue
la sombra
y una lengua traducida
de sí.

Las manos como juguete de un breve viaje,
la rara magia y el ángel sin sol
en el Poema desnudo.

Se encendió en la hora oscura
En el pasillo de su propia
sombra.

Cada quien en su onomatopeya lírica,
escribir en la herida y que
suceda.

No habrá olvido ni malos pasos,
habrá prudencia y dirás,
-he curado los males del Mundo.

Entre demonios del instante, ínfimos vientos,
no hay salida sin brújula, y no hay brújula.
Es el hecho azul de la Palabra.

09 septiembre, 2019


Hay que organizar los pájaros, enviarlos
sin revisar ni firmarlos,
decir que lo que acabamos de decir se
gastará en posesiones ajenas.
La vida surge dispersa y reposante donde
esos pájaros vuelan sin firma.

Vean esa raíz sin jaula
vuelve de su espacio, en el viaje
ha decidido no ser otoño.

Me encadeno a la Página hasta que
la nostalgia deje de ser otoño y una cabalgata
de estrellas vuelva a mi borde.