LosTrazos.
En ese patio, la bondad,
el brillo de los ojos,
Las paredes se abren
en el barrio de los manteles
ofrecidos.
Allá el hilo y la alondra trenzan
el vino
Ella hace tratos con su cuerpo
Abajo, los absolutos hacen
su gramática de cruza
y secreto.
Lo primero fue la oscuridad sin pájaros,
un perro fatigado
un corazón sin tiempo
Nadie fue lejanía
Palo y polvo
todo era el detrás,
la siembra sin semilla, el olvido…
Algo se encendió,
y fue Escritura.
Qué instante
Fue la celebración de la hoja
orar entre pecadores sin
encender un cuerpo,
hijos y manos en dolorosa
fatiga
faltó la peste en tinta roja.
Una piedra nos fundaba,
los mares rompían sobre
el borde de ese amor.
Estábamos prestados
No lo sabíamos.
Hecha avenida, migra,
deja el patio, las hojas
las alondras,
cierra la falsa primavera
quita el cerrojo;
hay que llamar al verbo
a la Palabra,
armar el texto
y volver a escribirse
otra vez
de nuevo
para siempre.
Una hoja contra el viento
y ese mantel volando entre nosotros/
Entre vos y yo, una hoja escrita/
paredes que se abren/
no hay secretos,
sólo un cuchillo enterrado
de ausencias.
No hay olvido de la ausencia,
hay un vos y la memoria
de esa sustancia que
insiste,
la previsión del amor,
los tanteos infinitos
toda la sombra
iluminando.
Leerte era mi oficio, mi
segunda editorial.
El corazón partía sonidos
Eran tus ojos, no las cenizas,
ese mar sabido era tu abrazo.
Ató los cordones,
tiró los restos de ayer con
el cuchillo de la cena
y puso avenidas entre las
dos pieles.
La mecánica imperfecta de
la partida.
Con este Poema te indico
dónde está la pared y
dónde el corazón;
entre qué hilos corren
mis mañanas,
el mantel,
las teclas,
los encierros.
Acá te entrego todos mis
migrares,
este Pan,
esta Luz.
Es rigor y cadencia,
se esconde, te sacude ahí,
donde no hay,
donde no estás,
Te arrastra de las uñas
hasta perderte en el
papel
y luego te migra,
en plena ausencia.
Y la noche se llenó
de vos.
No contaba las sílabas,
no las juntaba,
las mezclaba con sus
dedos de cera y miel
Ahí estaba, era el niño de
las cenizas,
Hubo razones para
ese olvido.
Hay un cuerpo
sin voz
Los caballos cabalgan
ese silencio.
En las noches de machete
y luna, ella dormía
su sombra.
Sobre la isla de sus
horas encontraba
el lugar del
perdón.
Un fuego vencido ordenaba
ese Mundo en un dialecto
posible.
En qué sopa la furia
se convirtió en minerales
La piedra
La luz
La llave
Se cuece la maleza
cuando el día
se hunde
Cocer las llaves y los
días rotos
En qué olla tal vez.
La Escritura
ese modo de ser,
esa parte de la parte
infinita.
No te nombro,
te bordeo como la
sombra a la
herida.
Te leo en las noches,
las páginas
se ordenan
una a
una en la piel
y ya no hay
retorno.
Algo de la longitud ya
no es el Poema,
algo de lo bello late
en lo ínfimo,
y nunca se alcanza.
La geometría del futuro
no es el futuro,
es una maniobra
laica,
solemne.
Yo me hamaco en
tus brazos,
esa es la geometría
cierta,
el sur de todos los
inviernos.
La Diosa de la Poesía
me lo grita, y yo
la escucho.
Soy este pozo de agua dulce,
toda noche
todo día
todo gato.
Aquí soy,
gato sobre esta herida que
funde y siembra,
sobre el verano
sobre la historia
sobre la Palabra.
A veces calla para
persistir,
con la misma economía
del Poeta, calla.
Hace Silencio en
plenitud
Saluda desde lejos como
si fuera hacia, mientras
está
regresando.
La cuchilla sobre la
Letra,
el ancla puesta,
toda la sangre para el
silencio.
La soledad del amor
es todo viento.
se escurre entre las