Si el año fuera sólo una colección ordenada de meses, días, horas y minutos.
Si la vida fuera una simple colección, una acumulación en donde nada se pierde ni circula. Páginas de mariposas disecadas, o listas de amores de los que sólo quedan nombres o fechas. Todo contenido en un gran libro o en una parábola finita en la que nada puede escapar de su lugar.
Cada cosa en cada mano, en la mano correcta y propietaria. Cada cosa con nombre en cada mano con nombre, y sólo allí, y siempre allí, sumándose en las mismas palmas para siempre, en palmas que el mismo tiempo seca y arruga, hasta que la cosa más viva fenezca entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si el amor fuera quedar coleccionado en un día de otoño de una página de un diario de alguien, o en un hijo como un simple emblema de que algo existió, un hijo en la mano correcta y propietaria, en la misma palma que el tiempo seca y arruga, entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si cada momento de cada vida fuera contenido entre páginas de álbumes, prolija y estrictamente colocadas. Si cada libro de cada biblioteca feneciera en esas bibliotecas urdidas de tiempos inconclusos. Si los panes reposaran siempre en las mismas paneras y no existieran manos sin escamas para partir y repartir el alimento.
Si todo fuera una acumulación, un simple orden con una propiedad de escamas, de manos disecadas, muertas por el hambre de no dar. Si todo fuera los nombres de las cosas y sus afinidades y todo fuera al fin un álbum eterno, adecuado y propietario en donde ni una sola mariposa aleteara o alguna mano sin escamas diera o gozara.
Si todo fuera así, nada sería, porque en ese lugar no está la vida.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
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