Ser la muchacha aquella que hacía
rechinar los espejos,
brillante en tiempos de bocas
y de ojos.
El tragaluz de la historia moliendo
dulzuras, Ave realidad.
Hoy un silogismo hinchado se
estancó en todas las veces
de cada día, golpe sin hilo, llanto
de metal.
La muchacha que escuchaba el
agua vuelve a esos torrentes,
se vuelve, y desnuda sus vientos mientras ve desfilar
el horror que también vuelve.
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