Poner las alas al filo de
la prisión, en el pecho desolado,
todo el mar, toda la ira.
Estamos desnudos,
un ejército de tigres ostentan
su sed frente a nosotros.
Yo me miro las manos,
las traduzco, venosas y
trajinadas aún pueden
afrontarlos con todas sus
lunas blancas.
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