Poemas aún sin publicar superan los 2000.
Ellos hablan sólo por acá, todavía.
29 septiembre, 2019
Todo pasa, heroico y
definitivo
calma la mía,
dejo echada la sombra, alta
y circular,
todas las cartas son musgo, perros
de invierno.
Los cincuenta días del
asombro son
ahora borde, maullidos, veranos
descartados.
Ese nadie común y el deseo
metido
en un despacho, una guerra
entre
asuntos alusivos. La corona
es una
ciudad sin orden de llegada.
27 septiembre, 2019
Atrás, atrás atrás y
más atrás,
en las entrañas marcadas,
en el lugar del azar
y del amor.
Las Virginias somos así, nos
recitamos el nombre como un mantra. Hay algo de sagrado y de profano, de animal
sin lumbre y de bestia iluminada en el nombre y el destino. El hilo de las íes,
las pulseras de mar en los tobillos, los pequeños lugares, la Letra, el
hospedaje del sol, un balanceo entre los cuartos de la luna, su zona oscura.
Tanta vocación adolescente
con nada se redime.
Abre, provoca allí, en la
textura
en la fuente,
le relata la luz
ahueca el agua,
le narra el costado quieto
del amor
y la espera.
Su mundo de sal caía sin
llave,
sin lluvia,
caía en sus minucias, en la cuenta
de hojas,
en sus podríamos.
Un destino de relojes imposibles
y allá los pronombres y
las caricias...
allá.
Todo lo rozado queda perdido
mientras
el jardín pare noches
y
abrazos.
Desbordar tinta y mirarse las
yemas,
no alcanza,
tampoco descalzarse y acudir,
hay un juego de cara al
hambre
un mar sin sol que reclama
pájaros sin días derramados.
El farol de la calle herida
necesita tempestades y raíces
Así están los pájaros.
22 septiembre, 2019
En esta tierra demasiado,
hay un libroque se escribe
y se inscribe solo,
en ausencia de sí y de
su escriba.
Un día como un junco,
un día de aguas
un día arrojado a la Palabra.
Somos de barro y arrojados
somos una prisa olvidada en
la pared,
un llamado de Dios en la
ciudad abandonada.
Ella arroja su gesto, tanta
orilla de sombras y algunas
nueces,
el cuerpo entre columpios
el eterno límite.
Algo queda de febrero en
esos espejos.
En ninguna Ciudad me llamaré
Lucía
aunque lleve mis puños traducidos
y este mapa sin dientes
ni gramática.
Tengo un fresco de Palabras, centellean,
en bastardillas las recito.
No soy llave, ni hoja, no soy leve,
soy el tono menor, el acto mágico,
la oscuridad y la belleza
Soy el hilo de Ariadna y también
el laberinto,
Unto de higos mis dedos, mis puños
y mi lengua
cada día
cada atardecer sin luna