Las Virginias somos así, nos
recitamos el nombre como un mantra. Hay algo de sagrado y de profano, de animal
sin lumbre y de bestia iluminada en el nombre y el destino. El hilo de las íes,
las pulseras de mar en los tobillos, los pequeños lugares, la Letra, el
hospedaje del sol, un balanceo entre los cuartos de la luna, su zona oscura.
Tanta vocación adolescente
con nada se redime.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario