Era su juguete,
un borde en el que atar
sus pliegues.
Con manos de harina
caía como un río
sin cauce
En las noches sin luna
fugaba a los rincones
donde el planeta se anuda
a las paredes.
Era su propia caja negra
su algoritmo,
el leve tallo que sostiene.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario