El lenguaje nunca nombra
la sombra,
ese pedazo de mundo
y de hombre que
ocurre atrás.
Hay que cavar un pozo
en la sintaxis,
demoler letras,
y pasar a ese otro lado.
Es posible que el vacío
renuncie a su silencio,
y por una vez
se nombre.
DESAMPARO DE LOS DÍAS. CORREGIDOR.
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