Ardió como un grano,
entre comillas,
como una gota al sol
En puntillas y entre certezas
regaló ese puñado de
polvo de dios a cada
rincón amarillo
Vivimos del estupor puesto
al costado
por qué no agradecer al
menester del polvo su
tarea de entrega,
por qué no abrir las puertas
que dan a los rincones
a los que no llegan las voces
o los rostros.
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