Más arriba,
en ese tacto que
me subes al alma,
en el lugar incierto
de tus dedos de
marea desplomados
en su centro,
ahí me lleva la roca
que levanta tu espada,
y yo, que se tan poco
de esos ejércitos
que arrasan desde tu
boca… yo, siempre,
quedo en pleno
balbuceo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario