Textos desde 2007 a la actualidad.

Brevedades. Que los Trazos sean flechas
como las que arroja el Inconsciente cuando
nos deja arrojados.
..........

Y el infinito Trazo se sigue escribiendo.
Escrituras sin publicar.

23 febrero, 2008

Visita itinerante,
sin promesas.
Y yo, cayendo soles,
tal vez le crea.
La tierra es buena
socia para esas
travesuras
que me devuelven
Gitana.
De qué se viste un
Príncipe.
De qué Narcisos
los nombres de
Narciso,
cuando Eco, hecha
viento y amor
desmesurados
se diluye en él
para perpetrar
la mirada.

05 febrero, 2008

He.

Todavía importa una vida, una mano, cinco dedos, una falange. Todavía España está lejos y se consterna, y la aurora camina sobre la corteza buscando su morada.
Hay, aún, guitarras de madera cóncava, y cuerdas como teclados para yemas y uñas de todas las edades. Y puedo derramar este vino sobre tu pecho y humedecerme en él, durante toda esta siesta.
Aún el Gran Hongo no nos ha devorado, aunque las pizarras y las currículas del mercado nos coticen el minuto de espanto.
He descubierto que si enrulo mi dedo en el vello de tu pecho el vino sabe menos amargo, y puedo hacer de cuenta que no hay cuenta regresiva ni reloj imparable y que los diarios dejan de anunciar la muerte de la esperanza.
He advertido que mi cuerpo huele a hembra, aún al borde de este Mundo tan clonado, y, que no habrá, para tus manos, dos que lleven mi nombre.
Me he percatado que tantas veces las moradas buscan las auroras y los ojos los ocasos.
Y creo que a este Mundo DesMundado que fusila y entierra, que DesPalabra y hambrea, lo podemos salvar con el vino derramado en esta siesta eterna.
Lo podemos salvar con el olor humano, mientras mi dedo enreda el vello de tu pecho y el vino sabe, cada vez, menos amargo.


"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.

02 febrero, 2008

Resplandores.

He buscado en vano el resplandor de los utensilios cotidianos.
Ese brillo que haga especiales o distintas las cosas que son el pasaporte diario de mis días.
Mis tenedores, mi esponja azul, la panera de esterilla, el volante de mi viejo auto, la biblioteca de la cabecera de mi cama, este teclado a través del que declaro buscar los resplandores.
Los pasaportes... esos objetos que portan nuestros pasajes, esas rutas ciegas, desconocidas de sí, cargando con nuestra existencia como invisibles soportes.
Quién no recuerda algo como una vieja lapicera o el tazón de chocolate de la infancia o algún reloj.
Quién no recuerda después, tanto después, cuando cada objeto ya no es el pasaje sino el recuerdo.
Entonces digo que los resplandores son cosa del pasado, de la mirada tangencial y retrospectiva, de esa mirada llena de tiempo para detenerse.
En el presente hay circunstancia, tacto rápido, tiempo desesperado y urgente.
En el presente no hay tiempo para los brillos ni para la mirada que prolongue la luz en el espacio.
Los resplandores buscan su espacio en los viejos libros, en las fotos pasadas, en las cajas en las que guardamos los antiguos pasaportes cotidianos como reliquias de algún momento.
Ese viejo sacacorchos que siempre fallaba pero que descorchó las botellas felices. Ese trozo de metal con forma de mariposa, no resplandecía, era frío, inmediato, duro, había que girarlo un poco para que funcionara. Era sólo eso, una cosa que no sabía.
Era, finalmente, una cosa que no sabíamos.


"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.