Con vocación de perro, husmeo,
me hago vigía de la Letra.
En tiempos de desatino cuando todo falta y
el conjuro se hace calvario y rastro, yo le pido
a mi nombre que sea opulento,
que ultraje la miseria.
Este Poema acuchillado, erguido entre las sombras
sea un trapecio, y yo me arroje.
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