Un soplo en el origen precipita el acto,
desenlaza,
levanta su espada de dientes
sin veranos
ni aguas.
Una mitad ruge como huesos
y sudor de barco,
la otra, entre Palabras, inventa
un Lenguaje,
y te obsequia un huracán de soles
a la hora de la espiga,
del azar.
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