Muerde barro esencial, y dice:
-Mujer, Hombre, Infinito.
Textos desde 2007 a la actualidad.
Brevedades. Que los Trazos sean flechas
como las que arroja el Inconsciente cuando
nos deja arrojados.
..........
Y el infinito Trazo se sigue escribiendo.
Poemas aún sin publicar superan los 2000.
Ellos hablan sólo por acá, todavía.
17 octubre, 2009
04 octubre, 2009
03 octubre, 2009
20 septiembre, 2009
15 septiembre, 2009
13 septiembre, 2009
11 septiembre, 2009
07 septiembre, 2009
01 septiembre, 2009
30 agosto, 2009
29 agosto, 2009
11 agosto, 2009
10 agosto, 2009
01 agosto, 2009
31 julio, 2009
17 julio, 2009
16 julio, 2009
15 julio, 2009
08 julio, 2009
06 julio, 2009
01 julio, 2009
23 junio, 2009
12 junio, 2009
05 junio, 2009
02 junio, 2009
28 mayo, 2009
26 mayo, 2009
15 mayo, 2009
09 mayo, 2009
05 mayo, 2009
02 mayo, 2009
19 abril, 2009
11 abril, 2009
07 abril, 2009
03 abril, 2009
26 marzo, 2009
22 marzo, 2009
11 marzo, 2009
03 marzo, 2009
22 febrero, 2009
06 febrero, 2009
28 enero, 2009
27 enero, 2009
25 enero, 2009
18 enero, 2009
11 enero, 2009
01 enero, 2009

2009
"Si me dijeran pide un deseo, preferiría un rabo de nube, un torbellino en el suelo y una gran ira que sube. Un barredor de tristezas, un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza.
Si me dijeran pide un deseo, preferiría un rabo de nube, que se llevara lo feo y nos dejara el querube. Un barredor de tristezas, un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza."
04 diciembre, 2008
11 noviembre, 2008
03 noviembre, 2008
01 noviembre, 2008
18 octubre, 2008
04 octubre, 2008
22 septiembre, 2008
01 septiembre, 2008
26 agosto, 2008
16 agosto, 2008
15 agosto, 2008
09 agosto, 2008
06 agosto, 2008
03 agosto, 2008
02 agosto, 2008
29 julio, 2008
28 julio, 2008
Cien gramos de Poesía.
¿Dónde las palabras? Un hacha silenciosa rasga el papel. Cada palabra se incrusta en cada cripta, en esa y no en otra. Cada palabra con destino de nada, o de hueco en el que hacer resonancia.
Palabras consagradas al suicidio de sí, obligadas a remontar intervalos, a trepar por las sombras del detrás, y a revelarse intrascendentes.
La tinta es devorada por los mudos espacios que denuncian la primera
impotencia. El alfabeto.
Cien gramos de Poesía no son nada.
Cien gramos de Poesía son sólo Silencio.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR
Palabras consagradas al suicidio de sí, obligadas a remontar intervalos, a trepar por las sombras del detrás, y a revelarse intrascendentes.
La tinta es devorada por los mudos espacios que denuncian la primera
impotencia. El alfabeto.
Cien gramos de Poesía no son nada.
Cien gramos de Poesía son sólo Silencio.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR
Descrucifixión.
Bajo este crucifijo
hasta mi pecho,
latiendo la última
pereza atea.
Me desenclavo las manos
y lo desciendo
de esa cruz pagana.
Hoy Cristo se convenció,
existo.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
hasta mi pecho,
latiendo la última
pereza atea.
Me desenclavo las manos
y lo desciendo
de esa cruz pagana.
Hoy Cristo se convenció,
existo.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
22 julio, 2008
Colecciones.
Si el año fuera sólo una colección ordenada de meses, días, horas y minutos.
Si la vida fuera una simple colección, una acumulación en donde nada se pierde ni circula. Páginas de mariposas disecadas, o listas de amores de los que sólo quedan nombres o fechas. Todo contenido en un gran libro o en una parábola finita en la que nada puede escapar de su lugar.
Cada cosa en cada mano, en la mano correcta y propietaria. Cada cosa con nombre en cada mano con nombre, y sólo allí, y siempre allí, sumándose en las mismas palmas para siempre, en palmas que el mismo tiempo seca y arruga, hasta que la cosa más viva fenezca entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si el amor fuera quedar coleccionado en un día de otoño de una página de un diario de alguien, o en un hijo como un simple emblema de que algo existió, un hijo en la mano correcta y propietaria, en la misma palma que el tiempo seca y arruga, entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si cada momento de cada vida fuera contenido entre páginas de álbumes, prolija y estrictamente colocadas. Si cada libro de cada biblioteca feneciera en esas bibliotecas urdidas de tiempos inconclusos. Si los panes reposaran siempre en las mismas paneras y no existieran manos sin escamas para partir y repartir el alimento.
Si todo fuera una acumulación, un simple orden con una propiedad de escamas, de manos disecadas, muertas por el hambre de no dar. Si todo fuera los nombres de las cosas y sus afinidades y todo fuera al fin un álbum eterno, adecuado y propietario en donde ni una sola mariposa aleteara o alguna mano sin escamas diera o gozara.
Si todo fuera así, nada sería, porque en ese lugar no está la vida.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Si la vida fuera una simple colección, una acumulación en donde nada se pierde ni circula. Páginas de mariposas disecadas, o listas de amores de los que sólo quedan nombres o fechas. Todo contenido en un gran libro o en una parábola finita en la que nada puede escapar de su lugar.
Cada cosa en cada mano, en la mano correcta y propietaria. Cada cosa con nombre en cada mano con nombre, y sólo allí, y siempre allí, sumándose en las mismas palmas para siempre, en palmas que el mismo tiempo seca y arruga, hasta que la cosa más viva fenezca entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si el amor fuera quedar coleccionado en un día de otoño de una página de un diario de alguien, o en un hijo como un simple emblema de que algo existió, un hijo en la mano correcta y propietaria, en la misma palma que el tiempo seca y arruga, entre escamas con nombre y con alcurnia.
Si cada momento de cada vida fuera contenido entre páginas de álbumes, prolija y estrictamente colocadas. Si cada libro de cada biblioteca feneciera en esas bibliotecas urdidas de tiempos inconclusos. Si los panes reposaran siempre en las mismas paneras y no existieran manos sin escamas para partir y repartir el alimento.
Si todo fuera una acumulación, un simple orden con una propiedad de escamas, de manos disecadas, muertas por el hambre de no dar. Si todo fuera los nombres de las cosas y sus afinidades y todo fuera al fin un álbum eterno, adecuado y propietario en donde ni una sola mariposa aleteara o alguna mano sin escamas diera o gozara.
Si todo fuera así, nada sería, porque en ese lugar no está la vida.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
03 julio, 2008
12 junio, 2008
12 mayo, 2008
07 mayo, 2008
02 mayo, 2008
01 mayo, 2008
30 abril, 2008
18 marzo, 2008
17 marzo, 2008
23 febrero, 2008
12 febrero, 2008
05 febrero, 2008
He.
Todavía importa una vida, una mano, cinco dedos, una falange. Todavía España está lejos y se consterna, y la aurora camina sobre la corteza buscando su morada.
Hay, aún, guitarras de madera cóncava, y cuerdas como teclados para yemas y uñas de todas las edades. Y puedo derramar este vino sobre tu pecho y humedecerme en él, durante toda esta siesta.
Aún el Gran Hongo no nos ha devorado, aunque las pizarras y las currículas del mercado nos coticen el minuto de espanto.
He descubierto que si enrulo mi dedo en el vello de tu pecho el vino sabe menos amargo, y puedo hacer de cuenta que no hay cuenta regresiva ni reloj imparable y que los diarios dejan de anunciar la muerte de la esperanza.
He advertido que mi cuerpo huele a hembra, aún al borde de este Mundo tan clonado, y, que no habrá, para tus manos, dos que lleven mi nombre.
Me he percatado que tantas veces las moradas buscan las auroras y los ojos los ocasos.
Y creo que a este Mundo DesMundado que fusila y entierra, que DesPalabra y hambrea, lo podemos salvar con el vino derramado en esta siesta eterna.
Lo podemos salvar con el olor humano, mientras mi dedo enreda el vello de tu pecho y el vino sabe, cada vez, menos amargo.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Hay, aún, guitarras de madera cóncava, y cuerdas como teclados para yemas y uñas de todas las edades. Y puedo derramar este vino sobre tu pecho y humedecerme en él, durante toda esta siesta.
Aún el Gran Hongo no nos ha devorado, aunque las pizarras y las currículas del mercado nos coticen el minuto de espanto.
He descubierto que si enrulo mi dedo en el vello de tu pecho el vino sabe menos amargo, y puedo hacer de cuenta que no hay cuenta regresiva ni reloj imparable y que los diarios dejan de anunciar la muerte de la esperanza.
He advertido que mi cuerpo huele a hembra, aún al borde de este Mundo tan clonado, y, que no habrá, para tus manos, dos que lleven mi nombre.
Me he percatado que tantas veces las moradas buscan las auroras y los ojos los ocasos.
Y creo que a este Mundo DesMundado que fusila y entierra, que DesPalabra y hambrea, lo podemos salvar con el vino derramado en esta siesta eterna.
Lo podemos salvar con el olor humano, mientras mi dedo enreda el vello de tu pecho y el vino sabe, cada vez, menos amargo.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
02 febrero, 2008
Resplandores.
He buscado en vano el resplandor de los utensilios cotidianos.
Ese brillo que haga especiales o distintas las cosas que son el pasaporte diario de mis días.
Mis tenedores, mi esponja azul, la panera de esterilla, el volante de mi viejo auto, la biblioteca de la cabecera de mi cama, este teclado a través del que declaro buscar los resplandores.
Los pasaportes... esos objetos que portan nuestros pasajes, esas rutas ciegas, desconocidas de sí, cargando con nuestra existencia como invisibles soportes.
Quién no recuerda algo como una vieja lapicera o el tazón de chocolate de la infancia o algún reloj.
Quién no recuerda después, tanto después, cuando cada objeto ya no es el pasaje sino el recuerdo.
Entonces digo que los resplandores son cosa del pasado, de la mirada tangencial y retrospectiva, de esa mirada llena de tiempo para detenerse.
En el presente hay circunstancia, tacto rápido, tiempo desesperado y urgente.
En el presente no hay tiempo para los brillos ni para la mirada que prolongue la luz en el espacio.
Los resplandores buscan su espacio en los viejos libros, en las fotos pasadas, en las cajas en las que guardamos los antiguos pasaportes cotidianos como reliquias de algún momento.
Ese viejo sacacorchos que siempre fallaba pero que descorchó las botellas felices. Ese trozo de metal con forma de mariposa, no resplandecía, era frío, inmediato, duro, había que girarlo un poco para que funcionara. Era sólo eso, una cosa que no sabía.
Era, finalmente, una cosa que no sabíamos.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Ese brillo que haga especiales o distintas las cosas que son el pasaporte diario de mis días.
Mis tenedores, mi esponja azul, la panera de esterilla, el volante de mi viejo auto, la biblioteca de la cabecera de mi cama, este teclado a través del que declaro buscar los resplandores.
Los pasaportes... esos objetos que portan nuestros pasajes, esas rutas ciegas, desconocidas de sí, cargando con nuestra existencia como invisibles soportes.
Quién no recuerda algo como una vieja lapicera o el tazón de chocolate de la infancia o algún reloj.
Quién no recuerda después, tanto después, cuando cada objeto ya no es el pasaje sino el recuerdo.
Entonces digo que los resplandores son cosa del pasado, de la mirada tangencial y retrospectiva, de esa mirada llena de tiempo para detenerse.
En el presente hay circunstancia, tacto rápido, tiempo desesperado y urgente.
En el presente no hay tiempo para los brillos ni para la mirada que prolongue la luz en el espacio.
Los resplandores buscan su espacio en los viejos libros, en las fotos pasadas, en las cajas en las que guardamos los antiguos pasaportes cotidianos como reliquias de algún momento.
Ese viejo sacacorchos que siempre fallaba pero que descorchó las botellas felices. Ese trozo de metal con forma de mariposa, no resplandecía, era frío, inmediato, duro, había que girarlo un poco para que funcionara. Era sólo eso, una cosa que no sabía.
Era, finalmente, una cosa que no sabíamos.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
31 enero, 2008
28 enero, 2008
26 enero, 2008
22 enero, 2008
19 enero, 2008
El Viaje.
El lenguaje nunca nombra
la sombra,
ese pedazo de mundo
y de hombre que
ocurre atrás.
Hay que cavar un pozo
en la sintaxis,
demoler letras,
y pasar a ese otro lado.
Es posible que el vacío
renuncie a su silencio,
y por una vez
se nombre.
DESAMPARO DE LOS DÍAS. CORREGIDOR.
la sombra,
ese pedazo de mundo
y de hombre que
ocurre atrás.
Hay que cavar un pozo
en la sintaxis,
demoler letras,
y pasar a ese otro lado.
Es posible que el vacío
renuncie a su silencio,
y por una vez
se nombre.
DESAMPARO DE LOS DÍAS. CORREGIDOR.
17 enero, 2008
14 enero, 2008
Perspectivas.
Guardar todas las
distancias
en un puño,
en un dedo extendido.
Medir el mundo
desde la perspectiva de
un pulgar vertical.
Y descubrir
que el espacio
se flexiona fácilmente
ante una mano.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
distancias
en un puño,
en un dedo extendido.
Medir el mundo
desde la perspectiva de
un pulgar vertical.
Y descubrir
que el espacio
se flexiona fácilmente
ante una mano.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
Cadenas.
Despegada de mi
fantasma,
me nombro
para ordenar el tiempo,
hacerme eslabón,
encadenar gestos.
Ahora que mis manos
son mi historia,
¿qué haré con este
tiempo ordenado?
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
fantasma,
me nombro
para ordenar el tiempo,
hacerme eslabón,
encadenar gestos.
Ahora que mis manos
son mi historia,
¿qué haré con este
tiempo ordenado?
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
Enunciación.
Hablo de la fragilidad
de la rosa
y la nombro,
en todo su destierro
en el sonido absoluto
de la palabra rosa.
Hablo del poder del león
y lo nombro,
en toda su presencia
en el sonido absoluto
de la palabra león.
Y cuando me tengo que
nombrar
me falta el alfabeto
y los ojos que miran
hacia adentro.
Cuando me tengo que nombrar
quisiera que la rosa hablara.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
de la rosa
y la nombro,
en todo su destierro
en el sonido absoluto
de la palabra rosa.
Hablo del poder del león
y lo nombro,
en toda su presencia
en el sonido absoluto
de la palabra león.
Y cuando me tengo que
nombrar
me falta el alfabeto
y los ojos que miran
hacia adentro.
Cuando me tengo que nombrar
quisiera que la rosa hablara.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
05 enero, 2008
01 diciembre, 2007
16 noviembre, 2007
Orsái.
No sé si alguna vez supe lo que es quedar adentro, en la
posición correcta, paradita ahí, en
donde el mundo puede estar derrumbándose y uno sale con el pellejo sano, como
si los milagros fueran cosa cotidiana.
Generalmente, me ocurre lo contrario, a esta loca alma mía
se le da por andar curando las heridas de los perdedores, por olvidar afrentas
si ese alguien tiene una necesidad y por ser abogada de cuanta causa perdida
llega al despacho de su corazón.
Por otra parte, nunca pude disimular un enojo, es más, puedo cometer el pecado de la ira si, a mi
parecer, la situación lo merece y, en estos casos, no miro ni mido frente a quién, sólo me
importa la justicia del acto. Con esto no reivindico la tempestad de mi
temperamento, que es, creo, uno de los aspectos que no han sucumbido a la
sabiduría de los años.
Soy una jugadora que siempre está en posición adelantada, o
fuera del lugar esperado, en off-side, en orsái.
Es que en las zonas de la cancha en las que quedo
colocada, indebidamente para las
reglas, siempre son las zonas en las que
mora, implícita o explícitamente, alguna
forma del dolor, y, generalmente
allí, nadie lanza ninguna pelota para
seguir el juego.
No sé si este sea mi demorado y pertinaz rasgo adolescente a
corregir, tampoco sé si de ese rasgo quiera crecer alguna vez.
Yo sé que, cuando
quedo en orsái, prefiero el silencio, yo
me entiendo, sé que algo justo está ocurriendo, aunque, circunstancialmente,
mis compañeros de equipo se enojen.
Total, ya lo decía
Manzi: “...que el alma está en orsái,
che bandoneón.”
"Decires (Breves Ensayos Poéticos en prosa)". (2003), Ed. Corregidor.
La lumbre imposible.
No me gustan las esquinas que no esperan a nadie.
Contaba una leyenda que el hombre del cigarrillo apagado esperaba en largas horas de desesperanza la única lumbre imposible del universo. Contaba, también, esa leyenda que era su desesperanza, pretenciosa de sorpresas, la que inventaba cada día la oscuridad de esa esquina. Y así, entre lumbre y ausencia, cada noche, la esquina inventaba a su hombre para que él inventara, a su vez, esa tal desesperanza.
Sólo así la esquina ganaba diariamente su derecho a la oscuridad.
Sólo así la única lumbre imposible del universo ganaba su derecho a brillar en algún lugar de la bóveda celeste.
Un hombre convocando un imposible desde su cigarrillo, desde una suela apoyada perpendicular a la misma pared, noche a noche, mes tras mes, año tras año.
Un hombre, con una desesperanza tan pretenciosa y obstinada, que fue capaz de inventar la única lumbre imposible del universo, aunque ésta nunca haya podido encender su cigarrillo.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Contaba una leyenda que el hombre del cigarrillo apagado esperaba en largas horas de desesperanza la única lumbre imposible del universo. Contaba, también, esa leyenda que era su desesperanza, pretenciosa de sorpresas, la que inventaba cada día la oscuridad de esa esquina. Y así, entre lumbre y ausencia, cada noche, la esquina inventaba a su hombre para que él inventara, a su vez, esa tal desesperanza.
Sólo así la esquina ganaba diariamente su derecho a la oscuridad.
Sólo así la única lumbre imposible del universo ganaba su derecho a brillar en algún lugar de la bóveda celeste.
Un hombre convocando un imposible desde su cigarrillo, desde una suela apoyada perpendicular a la misma pared, noche a noche, mes tras mes, año tras año.
Un hombre, con una desesperanza tan pretenciosa y obstinada, que fue capaz de inventar la única lumbre imposible del universo, aunque ésta nunca haya podido encender su cigarrillo.
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Paradojas y Oxímorones.
Cuando invento palabras me cubren los excesos, ésos, que cuando no están, dejan a la realidad dibujada sobre un segmento sin dimensiones.
En verdad, no amo los excesos, prefiero la austeridad de la condición humana, pero es tal esta condición, que no hay forma de aludir a su austeridad si no es desde los excesos.
Entonces, diría mejor: amo los excesos de la austeridad. ¿Y esto sería una paradoja o un oxímoron? Tal vez un oxímoron, pero tampoco importa.
Cuando digo te amo, digo poco, o digo demasiado, y eso sí importa, porque no es lo mismo un amor austero que un amor en exceso. Entonces, sé que el oxímoron sería un puñal en el pecho de ese otro, si yo le dijera, por ejemplo, te quiero con la austeridad del exceso. El amor no comprende de oxímorones, apenas los padece.
Acá el viento pega en la ventana, como un exceso, y, sin embargo, es una precariedad habitual del mes julio en estas latitudes.
¿Cuál es el exceso, entonces, cuando una palabra se inventa para poder nombrar tanta precariedad?
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
En verdad, no amo los excesos, prefiero la austeridad de la condición humana, pero es tal esta condición, que no hay forma de aludir a su austeridad si no es desde los excesos.
Entonces, diría mejor: amo los excesos de la austeridad. ¿Y esto sería una paradoja o un oxímoron? Tal vez un oxímoron, pero tampoco importa.
Cuando digo te amo, digo poco, o digo demasiado, y eso sí importa, porque no es lo mismo un amor austero que un amor en exceso. Entonces, sé que el oxímoron sería un puñal en el pecho de ese otro, si yo le dijera, por ejemplo, te quiero con la austeridad del exceso. El amor no comprende de oxímorones, apenas los padece.
Acá el viento pega en la ventana, como un exceso, y, sin embargo, es una precariedad habitual del mes julio en estas latitudes.
¿Cuál es el exceso, entonces, cuando una palabra se inventa para poder nombrar tanta precariedad?
"DECIRES (BREVES ENSAYOS POÉTICOS EN PROSA)". CORREGIDOR.
Hábitos.
Esta vieja costumbre
de atrapar silencios
y ponerlos
entre los zapatos
entre las enaguas
entre las palabras.
Sigue mi hábito antiguo
de hacerme de cristal
el corazón.
Asciendo el tobogán
por donde todos lo deslizan,
desmenuzo sentidos
con mi usado
molinillo de café
y revuelvo sus camisas
buscando la última tibieza.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
de atrapar silencios
y ponerlos
entre los zapatos
entre las enaguas
entre las palabras.
Sigue mi hábito antiguo
de hacerme de cristal
el corazón.
Asciendo el tobogán
por donde todos lo deslizan,
desmenuzo sentidos
con mi usado
molinillo de café
y revuelvo sus camisas
buscando la última tibieza.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
Aún.
Si como un relámpago
un puño emerge
de la sombra
y me deja sin mundo
y sin días.
Si naufragan los últimos
vestigios,
las primeras señales,
los empeños no alcanzan
y el destino invierte
los términos.
Si amanezco entre
escombros
en el cero
más atrás del comienzo
aún quedará
la palabra.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
un puño emerge
de la sombra
y me deja sin mundo
y sin días.
Si naufragan los últimos
vestigios,
las primeras señales,
los empeños no alcanzan
y el destino invierte
los términos.
Si amanezco entre
escombros
en el cero
más atrás del comienzo
aún quedará
la palabra.
"DESAMPARO DE LOS DÍAS". CORREGIDOR.
08 noviembre, 2007
04 noviembre, 2007
27 octubre, 2007
19 octubre, 2007
Excusa.
Bebo las palabras
que cuelgan de mis labios.
Son pájaro,
migran,
erran.
Si se van
pierdo el primer rostro
de mi alma.
No quiero consagrarlas,
quiero destinarlas,
colgar el milagro
desde los dedos de mi mano
a esta esperanza blanca
que es mi verdadera
voz.
DESAMPARO DE LOS DÍAS. CORREGIDOR.
que cuelgan de mis labios.
Son pájaro,
migran,
erran.
Si se van
pierdo el primer rostro
de mi alma.
No quiero consagrarlas,
quiero destinarlas,
colgar el milagro
desde los dedos de mi mano
a esta esperanza blanca
que es mi verdadera
voz.
DESAMPARO DE LOS DÍAS. CORREGIDOR.
26 septiembre, 2007
Breve paréntesis.
Apaguemos las voces
del mundo
y encendamos la página en blanco
del silencio,
por un breve tiempo,
hasta que esas voces
se ordenen
según su jerarquía,
hasta que nuestros espacios
mal habitados
se purguen
y el adiós sea
una forma más de la siembra.
Apaguemos por un rato
el mundo
para volver a encenderlo
a todas luces,
con las voces verdaderas,
las que le hablan sólo
al corazón.
"Desamparo de los Días".
del mundo
y encendamos la página en blanco
del silencio,
por un breve tiempo,
hasta que esas voces
se ordenen
según su jerarquía,
hasta que nuestros espacios
mal habitados
se purguen
y el adiós sea
una forma más de la siembra.
Apaguemos por un rato
el mundo
para volver a encenderlo
a todas luces,
con las voces verdaderas,
las que le hablan sólo
al corazón.
"Desamparo de los Días".
19 agosto, 2007
Los Lugares del Paso Ligero.
Lugares a los que hay que llevar multitudes y darles refrescos, lugares vernissage, en los que se festeja la letra o el pincel cuando declinan su trazo, para inmortalizarse en un puro ahora de espumantes y canapés. Un ahora-espacio de murmullos incomprensibles.
El trazo, la letra, el pincel, que sólo son por destino y necesidad, por la fatalidad irrevocable del decir, festejados fuera de su derrotero.
¿Qué supo Van Gogh de estos lugares ligeros?
¿Qué murmullo pudo escuchar su oreja, arrancada de cuajo? ¿Quién vio sus amarillos, mientras desgarraba la misma tela, tantas veces, denunciando la miseria?
El mismo lienzo pintado sobre sí, y la desesperación y el destino de decir.
¿Qué saben las multitudes vernissage sobre los campos, los rostros, las habitaciones, pintadas unas sobre otras?
¿Quién festeja, luego de su consagración, las pinturas de abajo, las que no se ven?
"Decires (Breves enssayos Poéticos en prosa)". Corregidor.
El trazo, la letra, el pincel, que sólo son por destino y necesidad, por la fatalidad irrevocable del decir, festejados fuera de su derrotero.
¿Qué supo Van Gogh de estos lugares ligeros?
¿Qué murmullo pudo escuchar su oreja, arrancada de cuajo? ¿Quién vio sus amarillos, mientras desgarraba la misma tela, tantas veces, denunciando la miseria?
El mismo lienzo pintado sobre sí, y la desesperación y el destino de decir.
¿Qué saben las multitudes vernissage sobre los campos, los rostros, las habitaciones, pintadas unas sobre otras?
¿Quién festeja, luego de su consagración, las pinturas de abajo, las que no se ven?
"Decires (Breves enssayos Poéticos en prosa)". Corregidor.
19 julio, 2007
14 julio, 2007
Estación de Luces.
Estoy aquí.
De tu mechón,
amadamente
rubio,
me quedan las mejores
sedas.
Ahora soy una estación de
luces
que comprende y
anuncia.
Soy,
otra vez,
la vertical andanza
de la sombra.
Suelto la barca.
Ya nos llevó,
a vos,
en esa ida,
y viajamos juntos.
Tomo por obsequio
mi regreso.
Desde mi Estación
de Luces
veré siempre
tu Faro de Silencio
y entenderé sus
señales.
De tu mechón,
amadamente
rubio,
me quedan las mejores
sedas.
Ahora soy una estación de
luces
que comprende y
anuncia.
Soy,
otra vez,
la vertical andanza
de la sombra.
Suelto la barca.
Ya nos llevó,
a vos,
en esa ida,
y viajamos juntos.
Tomo por obsequio
mi regreso.
Desde mi Estación
de Luces
veré siempre
tu Faro de Silencio
y entenderé sus
señales.
12 julio, 2007
Alimento Balanceado.
Están en las colas de los
bancos, son los primeros de la primera hora, del primer día de pago de cada
mes, según número final de documento que no los documenta para calificar.
Están en la cola del tiempo,
en la cola de la cola de la vida, en esa parte del cometa que no vemos en el
viaje.
Esperan sin ser vistos,
esperan sin esperar.
Mirarlos es conjugar el
futuro imperfecto, el tiempo del horror que cae fuera de toda gramática.
Los miramos poco para no
mirarnos cuando la cinta avance.
Hoy pasé por la vereda de
doña Mercedes, había olor a comida de abuela. Fue día de cobro, día de alivio y
bizcochuelo.
Del uno al catorce de cada
mes se turnan en colas como rondas litúrgicas, ocupan las veredas recién
húmedas, quiebran sin quebrar.
La casa bizcochuelo, casa
abuela, casa plato único, se descascara, mientras al lado, la familia chalet,
familia madera y vidrio, familia fondo y pileta le prepara a Fido su infaltable
alimento balanceado.
"Decires (Breves ensayos Poéticos en prosa)". Ed. Corregidor. 2003.
23 junio, 2007
No me cambio por nadie.
No me cambio por nadie.
Tengo la palabra.
Me sustento en la idea.
Mi corazón alberga
a todos los que amo.
Tengo cabello castaño,
ojos café
y algunas marcas
en el cuerpo
y en el alma.
Soy diferente a otros
pero siempre
siempre
siempre
igual a mí.
Tengo la palabra.
Me sustento en la idea.
Mi corazón alberga
a todos los que amo.
Tengo cabello castaño,
ojos café
y algunas marcas
en el cuerpo
y en el alma.
Soy diferente a otros
pero siempre
siempre
siempre
igual a mí.
Reemplazos.
Hay una avaricia
de palabras.
Un apetito de sumarlas
como monedas
y rodarlas indefinidamente
de un poema
a otro.
Hay también una avaricia
de poemas.
Un afán de multiplicar
sentidos
y circularlos
de una mano
a otra.
Hay finalmente una avaricia
de manos
pero esas no se suman
porque caen
en la hendidura.
De * Desamparo de los Días*. Ediciones Corregidor. Año 1998.
de palabras.
Un apetito de sumarlas
como monedas
y rodarlas indefinidamente
de un poema
a otro.
Hay también una avaricia
de poemas.
Un afán de multiplicar
sentidos
y circularlos
de una mano
a otra.
Hay finalmente una avaricia
de manos
pero esas no se suman
porque caen
en la hendidura.
De * Desamparo de los Días*. Ediciones Corregidor. Año 1998.
Vendedor de Pájaros.
Vendedor de pájaros
soy tu enamorada.
Ahora cautivo
nadie pone alondras
en las ventanas.
El hombre de los ojos
transparentes
se puso la noche
en la piel
y no hay quién amanezca
pájaros y alondras.
De "Orillas del Mundo". Ediciones Corregidor. Año 1996.
soy tu enamorada.
Ahora cautivo
nadie pone alondras
en las ventanas.
El hombre de los ojos
transparentes
se puso la noche
en la piel
y no hay quién amanezca
pájaros y alondras.
De "Orillas del Mundo". Ediciones Corregidor. Año 1996.
Hacia adentro.
Caí hacia adentro.
En el fondo de mí
hay una niña
que te espera.
El barco que nos llevó
no me regresa.
De "Orillas del Mundo". Ediciones Corregidor. Año 1996.
En el fondo de mí
hay una niña
que te espera.
El barco que nos llevó
no me regresa.
De "Orillas del Mundo". Ediciones Corregidor. Año 1996.
30 mayo, 2007
Encore.
Me quedaría hablando aunque nadie escuchara. Me quedaría escribiendo aunque nadie leyera. Seguiría pensando aunque todo envileciera . Me quedaría amando aunque amar estuviera fuera de toda política vital. Sería Épsilon entre los Alfa, y si todos fueran cóndores elegiría conservarme gorrión. Me quedaría con el gusto diario y la cuchara incompleta en la mesa de la panera. Me quedaría oliendo aunque del Mundo quedara sólo una enorme planicie.
Estaría allí donde el vendaval arreciara. Me quedaría aunque todos se fueran.
Me quedaría, quedando. Resistiría, resistiendo. De puro obstinada... tal vez.
De "Decires (Breves ensayos poéticos en prosa)". Corregidor.
Estaría allí donde el vendaval arreciara. Me quedaría aunque todos se fueran.
Me quedaría, quedando. Resistiría, resistiendo. De puro obstinada... tal vez.
De "Decires (Breves ensayos poéticos en prosa)". Corregidor.
15 mayo, 2007
26 abril, 2007
25 abril, 2007
22 abril, 2007
21 abril, 2007
07 abril, 2007
Sin embargo.
¿Con qué escribo este
poema?
¿Con la palabra o
con el vacío que dejo
detrás de ella?
En el lugar inasible
queda inscripto
el anti poema,
la anti idea.
Y sin embargo
creo haber sujetado
los conceptos.
Escribo desde la letra,
desde la roca vertical
de la cordura.
Y finalmente
este poema está
atrás,
en ese otro espacio,
en el hueco.
De "Desamparo de los Días". Ediciones Corregidor. 1998.
poema?
¿Con la palabra o
con el vacío que dejo
detrás de ella?
En el lugar inasible
queda inscripto
el anti poema,
la anti idea.
Y sin embargo
creo haber sujetado
los conceptos.
Escribo desde la letra,
desde la roca vertical
de la cordura.
Y finalmente
este poema está
atrás,
en ese otro espacio,
en el hueco.
De "Desamparo de los Días". Ediciones Corregidor. 1998.
Enunciación.
Hablo de la fragilidad
de la rosa
y la nombro,
en todo su destierro
en el sonido absoluto
de la palabra rosa.
Hablo del poder del león
y lo nombro,
en toda su presencia
en el sonido absoluto
de la palabra león.
Y cuando me tengo que
nombrar
me falta el alfabeto
y los ojos que miran
hacia adentro.
Cuando me tengo que nombrar
quisiera que la rosa hablara.
De "Desamparo de los Días". Ediciones Corregidor. 1998.
de la rosa
y la nombro,
en todo su destierro
en el sonido absoluto
de la palabra rosa.
Hablo del poder del león
y lo nombro,
en toda su presencia
en el sonido absoluto
de la palabra león.
Y cuando me tengo que
nombrar
me falta el alfabeto
y los ojos que miran
hacia adentro.
Cuando me tengo que nombrar
quisiera que la rosa hablara.
De "Desamparo de los Días". Ediciones Corregidor. 1998.
06 abril, 2007
04 abril, 2007
03 abril, 2007
Bosteros.
Se jugaba
la Intercontinental. Por América, Boca. Por Europa, el Real Madrid. Lugar,
Tokio.
Iba
camino a mi jornada diaria, y me enfurecía pensar que, con el país en una
cornisa, un partido fuese más importante
que todo el futuro.
Las
calles estaban desiertas y los bares y confiterías estallaban de gente. De
fútbol entiendo poco, soy de Independiente por afinidad con alguien de algún
momento de mi temprana adolescencia. Vicente era “bosterito”.
Ya
había doblado a la derecha en la Avenida Belgrano. Se jugaban los últimos
minutos. Si el Real Madrid no hacía un gol, Boca ganaba por dos a uno. El gol
del Real no llegaba. El asfalto parecía potenciar el silencio. De pronto se
cumplió el tiempo, Boca se consagra Campeón Mundial. Entonces la calle estalla
de bosteros, desde los autos, desde las bicicletas, desde los bares, desde...
Se me hizo un nudo y se me dio por extrañar.
Es
cierto, son una plaga, pero yo todavía no pude descolgar de la cocina el puto
banderín que colgó, pese a mi protesta, ni pude sacar el imán que colocó de
prepo en la heladera, y no es porque le haya levantado un santuario, todo lo
contrario, pero a Boca no la pude erradicar de casa.
Así son
estos bosteros de mierda, se te meten en el alma para no salir jamás de ella.
De (Decires "Breves ensayos Poéticos en prosa)". Ed. Corregidor. 2003
Carta de vos.
Buenos Aires, un día, siempre.
Esta carta que escribo para no escribirte. Para insistir en la imposibilidad de que ésta, otra, alguna carta exista y sea un medio capaz de abarcar algo de mi palabra, de vos, de mí, de algún pasado nuestro.
Sería infame pretender conocer tu dirección actual pero las cartas no están hechas para no ser mandadas; entonces, es infame y doloroso que desgrane palabras por este agujero infinito de tu invierno. Y sin embargo, lo pertinaz persiste, mientras otros papeles tuyos se desordenan en mi escritorio.
¿A dónde te envío mis señales absurdas de destino después de casi doce años? Absurda yo, en realidad. Irreverente de tiempo. Yo, que sigo sin entender del todo el agujero de tu invierno, que no sé de verdades reveladas, que quisiera cambiar la rotación de este planeta y descender la escalera del tiempo hasta vos, para encontrarme en tus enojos y tus amores de mí, por mí; en la que fui de vos, por vos y de mí.
¿Qué me explicaron de escaleras temporales y de inviernos, los días del amor? ¿ Con qué argumento me quedo hablándole a la vida de tu pelo castaño y tu mechón dorado? ¿Con qué memoria que me desconozco sostengo tanta memoria de vos, y te sigo hablando en el silencio, en la absurda esperanza de que estalle la cuarta dimensión en medio de nuestra cama de ayer, que ya es sólo mía? ¿Con qué locura extraña y sabia el amor encuentra sus espacios para persistir después de tanto invierno? ¿Cuál es la trampa de tu nombre que me dejó enredada en esas siete letras que sigo amando, en ese orden maravilloso que su cadencia indica? Y no hay otro, y yo me desconozco en tal obstinación, pero así es este laberinto de tu nombre de ayer, que sigue irrumpiendo en cada presente indefinido, infinito.
¿A dónde van las cartas sin destino cierto, a qué extraño buzón, en qué boca atemporal arrojo estas palabras de siempre y para siempre? ¿En dónde te cuento que la vida sigue, y es buena; que, como te prometí, yo estoy tejiendo y destejiendo los futuros que no tuviste? Vos, todavía, me debés algo de olvido, amado Vicente.
Tu Amor, siempre.
Esta carta que escribo para no escribirte. Para insistir en la imposibilidad de que ésta, otra, alguna carta exista y sea un medio capaz de abarcar algo de mi palabra, de vos, de mí, de algún pasado nuestro.
Sería infame pretender conocer tu dirección actual pero las cartas no están hechas para no ser mandadas; entonces, es infame y doloroso que desgrane palabras por este agujero infinito de tu invierno. Y sin embargo, lo pertinaz persiste, mientras otros papeles tuyos se desordenan en mi escritorio.
¿A dónde te envío mis señales absurdas de destino después de casi doce años? Absurda yo, en realidad. Irreverente de tiempo. Yo, que sigo sin entender del todo el agujero de tu invierno, que no sé de verdades reveladas, que quisiera cambiar la rotación de este planeta y descender la escalera del tiempo hasta vos, para encontrarme en tus enojos y tus amores de mí, por mí; en la que fui de vos, por vos y de mí.
¿Qué me explicaron de escaleras temporales y de inviernos, los días del amor? ¿ Con qué argumento me quedo hablándole a la vida de tu pelo castaño y tu mechón dorado? ¿Con qué memoria que me desconozco sostengo tanta memoria de vos, y te sigo hablando en el silencio, en la absurda esperanza de que estalle la cuarta dimensión en medio de nuestra cama de ayer, que ya es sólo mía? ¿Con qué locura extraña y sabia el amor encuentra sus espacios para persistir después de tanto invierno? ¿Cuál es la trampa de tu nombre que me dejó enredada en esas siete letras que sigo amando, en ese orden maravilloso que su cadencia indica? Y no hay otro, y yo me desconozco en tal obstinación, pero así es este laberinto de tu nombre de ayer, que sigue irrumpiendo en cada presente indefinido, infinito.
¿A dónde van las cartas sin destino cierto, a qué extraño buzón, en qué boca atemporal arrojo estas palabras de siempre y para siempre? ¿En dónde te cuento que la vida sigue, y es buena; que, como te prometí, yo estoy tejiendo y destejiendo los futuros que no tuviste? Vos, todavía, me debés algo de olvido, amado Vicente.
Tu Amor, siempre.
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